jueves, 21 de noviembre de 2019

fabula junto con una adivinanza.

Utilizaremos una fabula y luego una adivinanza.
Utilizar un método de adivinanza junto con una fabula sirve ya que juegan , a la vez comprenden y aprenden.

Los dos perros
Un hombre tenía dos perros. Uno era para la caza y otro para el cuido. Cuando salía de cacería iba con el de caza, y si cogía alguna presa, al regresar, el amo le regalaba un pedazo al perro guardián. Descontento por esto el perro de caza, lanzó a su compañero algunos reproches: que sólo era él quien salía y sufría en todo momento, mientras que el otro perro, el cuidador, sin hacer nada, disfrutaba de su trabajo de caza.
El perro guardián le contestó: ¡No es a mí a quien debes de reclamar, sino a nuestro amo, ya que en lugar de enseñarme a trabajar como a ti, me ha enseñado a vivir tranquilamente del trabajo ajeno!

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MORALEJAPide siempre a tus mayores que te enseñen una preparación y trabajo digno para afrontar tu futuro, y esforzare en aprenderlo correctamente.

(Fuente: webescolar)



Adivinanza.

Es quien vigila la casa,
quien avisa si alguien pasa,
y es amigo fiel del hombre.
¿Quien soy?
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Respuesta : El Perro.

fabulas con sus moralejas.

¿Para que son las fabulas?

Las fábulas son cuentos breves, generalmente sobre animales o cosas inanimadas a las que se les confieren características humanas. Se utilizan para hacer una crítica a los comportamientos y, a la misma vez, para transmitir determinadas enseñanzas y valores.


El mono y la naranja.
Había una vez un mono que más que mono parecía una mula de lo terco que era. ¡Ah! ¿que no te lo crees?… Pues te invito a que descubras  hasta qué punto llegaba su cabeza y verás que no me falta razón.
Resulta que una mañana, el susodicho mono se empeñó en pelar una naranja al tiempo que se rascaba la cabeza porque le picaba muchísimo. Como tenía las dos manos ocupadas en calmar el insoportable cosquilleo, cogió la naranja con la boca y la dejó caer al suelo. Acto seguido se agachó y tiró de la cáscara con sus potentes dientes.  Al primer contacto le supo terriblemente  amarga y tuvo que escupir saliva para deshacerse del mal sabor de boca.
– ¡Puaj, qué asco! Esta cáscara es agria y desagradable… Soy incapaz de morderla porque produce escozor en la lengua y… ¡y me entran ganas de vomitar!
Después de cavilar unos segundos tuvo otra idea que le pareció sensacional; consistía poner un pie sobre la fruta para sujetarla, e ir despegando pequeños trozos de la corteza con una de las manos.
– ¡Je, je, je! ¡Creo que por fin he dado en el clavo!
Sin dejar de rascarse con la izquierda, liberó la derecha y se puso a ello con muchas ganas. El plan no estaba mal, pero a los pocos segundos tuvo que abandonarlo porque la postura era terriblemente incómoda y solo apta para contorsionistas profesionales.
– ¡Ay, así tampoco puedo hacerlo, es imposible! Tendré que probar otra opción si no quiero pasar el resto de mi vida con dolor de riñones.
¡No le quedaba otra que cambiar de estrategia! Se sentó en el suelo, cogió la naranja con la mano derecha, la colocó entre sus rodillas, y continuó retirando la monda mientras seguía rasca que te rasca con la izquierda. Desgraciadamente esta decisión también fracasó: ¡la naranja se le escurrió entre las patas y empezó a rodar por la hierba como una pelota! El desastre fue total porque la parte visible de la pulpa se llenó de tierra y restos de hojas secas.
– ¡Grrr!… Hoy es mi día de mala suerte, pero no pienso darme por vencido. ¡Voy a comerme esta naranja sí o sí!
¡Ni por esas dejó el mono de rascarse! Emperrado en hacer las dos cosas al mismo tiempo   agarró la naranja con una mano y la introdujo en el río para quitarle la suciedad. Una vez lavada puso sus enormes labios de simio sobre el trozo comestible e intentó succionar el jugo de su interior. De nuevo, las cosas se torcieron: la naranja estaba tan dura que por mucho que apretó con los cinco dedos no pudo exprimirla bien.
– ¡¿Pero qué es esto?!… Solo caen unas gotitas… ¡Estoy hasta las narices!
A esas alturas estaba tan harto que lanzó la naranja muy lejos y se dejó caer de espaldas sobre la hierba, completamente deprimido.  Mirando al cielo y sin dejar de rascarse, pensó:
– ‘No puede ser que yo,  uno de los animales más desarrollados e inteligentes del planeta, no consiga pelar una simple naranja’.
Cuando ya lo daba todo por perdido, un rayo de luz pasó por su mente.
– ¡Claro, ya lo tengo! ¿Y si dejara de rascarme durante un rato para poder pelar la naranja con las dos manos?… Tendría que aguantar el picor durante un par de minutos, pero haciendo un pequeño esfuerzo  supongo que podría soportarlo. ¡¿Cómo no se me ha ocurrido antes una solución tan lógica y elemental?!
Razonar con sensatez le dio buen resultado. Fue corriendo a por la naranja, la cogió con la mano derecha, volvió a remojarla en el río para dejarla reluciente, y con la izquierda retiró los trozos de piel con absoluta facilidad.
– ¡Yupi! ¡Lo he conseguido! ¡Lo he conseguido!
En un periquete tenía todos los gajos a la vista; desprendió el primero  y lo saboreó con placer.
– ¡Oh, qué delicia, es lo más rico que he probado en mi vida!… La verdad es que el asunto no era complicado… ¡El complicado era yo!
El mono degustó el apetitoso manjar procurando disfrutar del momento. Cuando terminó se limpió las manos y subió a la rama de su árbol favorito ¿sabes para qué?…  Pues para continuar rascándose a gusto con sus diez grandes dedos de primate.

El mono y la naranja






Moraleja: Si en alguna ocasión tienes que hacer dos tareas lo mejor es que pongas toda la atención en una, la termines correctamente, y luego realices la otra. De esta forma evitarás perder el tiempo de manera absurda y te asegurarás de que ambas salgan bien.
(Fuente:Mundo primaria)

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Cuento con moraleja.

Una moraleja en un cuento es...
Una moraleja es una enseñanza que el autor quiere transmitir como conclusión de su obra y se emplea principalmente en obras didácticas normalmente dirigidas a niños, como fábulas y poemas infantiles. La moraleja en si, es un mensaje transmitido o una lección que se aprende de una historia o de un acontecimiento.

Piel de oso.
Piel de oso
Había una vez, un joven campesino que se encontraba extraviado en medio de un bosque. Después de mucho caminar, el jovenzuelo se encontró a orillas de un río con un duende muy simpático.
“Buen día, joven. Si matas a ese oso detrás de ti, no quedará duda de lo valiente que eres” le dijo el duende y señaló hacia unos arbustos donde se escondía un oso aterrador. El joven, sin dudarlo, mató a la bestia rápidamente y regresó hacia el duende. “Ahora debes llevar esa piel durante tres años. Si no te la quitas en ese tiempo, te regalaré un morral lleno de oro que nunca podrá quedar vacío”.
El campesino aceptó sin dudarlo, y se marchó del lugar disfrazado de oso. Sin embargo, en todos los lugares que visitaba era rechazado, y los hombres salían armados a su encuentro y le espantaban con pedradas. De tanto huir espantado, el joven campesino disfrazado de oso logró hallar refugio en la choza de Elisia, una muchacha radiante y bella que tuvo compasión del oso y le protegió desde entonces.
“¿Quieres casarte conmigo, hermosa Elisia?” le preguntó un buen día Piel de Oso, porque así le llamaban al campesino. “Estaré encantada de ser tu esposa, pues tú necesitas de alguien que te cuide” le respondió la dulce muchacha sin pensarlo. Desde ese momento, Piel de Oso deseaba que el tiempo pasara volando, para poder quitarse el disfraz y cumplir así su promesa al duende.
Transcurridos tres años, el muchacho salió en busca del duende para obtener su recompensa. “Qué bueno es saber que no has fallado a tu parte del trato, jovenzuelo” exclamó el duende al verle y le mostró a Piel de Oso un morral lleno de pepitas de oro. “Aquí tienes lo prometido, un morral que siempre estará lleno de oro”.
El muchacho, con una alegría inmensa, regresó a casa de su amada Elisia, la cual se encontraba llorando desconsolada la pérdida de su prometido Piel de Oso. Al ver al campesino entrar en su choza no le reconoció, y cuando este le pidió casarse con ella, la hermosa Ilse se negó completamente, pues sólo se casaría con su amado Piel de Oso.
“¿Acaso no reconoces el amor en mis ojos, querida Elisia?” preguntó el joven, y fue entonces cuando se abrazaron profundamente y decidieron casarse en el instante. Desde entonces, vivieron felices y repartieron el oro entre los más pobres.

Cuento largo, con su enseñanza.

¿Que es un cuento?
Narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos.

El leñador y sus tres hijos.
Cuento para niños El leñador y sus tres hijos
Érase una vez, un leñador generoso y bueno, que tenía tres hijos varones. Todos los días del mundo los muchachos ayudaban a su padre con las labores de la granja: pastoreaban las ovejas, recogían el trigo listo y plantaban nuevas semillas. Eran en verdad, mozos muy obedientes y limpios, pero el anciano se lamentaba de su poca fortuna, y echaba a que su destino sería el de vivir eternamente pobre.
En las mañanas, mientras los muchachos reían y cantaban camino a la siembra, su padre los observaba sin embargo con mirada angustiosa, miraba sus ropas descosidas y el sudor corriendo por sus espaldas, y suspiraba el triste viejo por no poder liberar a sus hijos de aquella carga y brindarles todo cuanto quisieran.
Así continuó la vida de aquel pobre hombre hasta que un buen día, mientras observaba las estrellas, apareció de la nada y se posó en sus hombros un pequeño duendecillo. “Te daré la felicidad que tanto buscas, buen hombre. Desde ahora serás muy rico, vivirás a plenitud y nada más”.
Y así lo hizo la criatura mágica. Agitó su sombrero tres veces en el aire y apareció ante los ojos del leñador un cofre repleto de monedas de oro. “Soy rico, soy rico” exclamaba con risas el pobre anciano. “Ah, pero escucha atento mis palabras: dentro de un año, vendré a buscar exactamente la mitad de todo cuanto tengas. Y nada más” susurró el duendecillo en los oídos del anciano y se esfumó en el aire.
Cierto es, que el leñador hizo poco caso a las palabras del duendecillo, y a partir de ese momento, se dedicó a llenar de placer y alegría a sus hijos. ¡Todo cuanto desearan los muchachos les era concedido! Carruajes forrados de piedras preciosas, ropas hermosas de la más fina seda, banquetes llenos de manjares suculentos. Así vivieron por un tiempo, llenos de lujos y comodidades. Sin embargo, la vida para la familia del leñador era tan ostentosa, que pronto comenzó a escasear el dinero.
En pocos meses, habían gastado todas las monedas de oro. Sucedió entonces que los banquetes dejaron de ser tan enormes, los carruajes se vendieron para pagar las deudas, y los trajes de seda solo sirvieron para protegerse del crudo invierno. Con el paso del tiempo, la situación continuó empeorando, el padre lo había perdido todo, incluso la granja, y su única preocupación se convirtió en dar de comer a sus muchachos.
Una noche oscura, en que el viento frío arreciaba feroz, el leñador había logrado hacerse con un trozo de pan viejo para dar de comer a sus tres hijos pues no habían probado bocado alguno desde hacía casi una semana. Bajo la débil luz de la hoguera, se dispusieron a repartir el trozo de pan, cuando el padre recordó que se había cumplido un año exactamente de la visita del duendecillo.
Cuento infantil El leñador y sus tres hijos“El duende vendrá a recoger la mitad de todo cuanto poseo, pero yo solo tengo este trozo de pan viejo. Si mis hijos no lo comen morirán de hambre” pensaba angustiado el leñador y corrió a esconderse con los muchachos entre la maleza. Minutos más tarde, apareció una silueta borrosa y pequeña, dibujada por la luz blanca de la Luna.
“Querido amigo mío ¿Dónde estás? He venido a concluir nuestro trato. ¿Por dónde andas?” susurraba el duendecillo entre carcajadas malditas. Cuando descubrió que el leñador se había escondido, vociferó enfurecido: “Que así sea pues. Has roto nuestro acuerdo y debes pagar. Tus hijos sufrirán por lo que has hecho, vivirán condenados por maldiciones indeseables y tú sufrirás por tu traición. ¡Y nada más!”, y dicho aquello agitó tres veces su sombrero y se esfumó en el aire.
Al ver que el duendecillo había desaparecido, el leñador salió de la maleza y suspiró aliviado, pero cuando miró a sus hijos lanzó un grito de dolor desesperado. El más pequeño de ellos, se había transformado completamente, sus piernas se habían intercambiado con sus brazos, y andaba de cabeza caminando en todas las direcciones. El segundo de los muchachos saltaba desenfrenado y huía de una manada de moscas gigantes que le perseguían a donde quiera que iba. Para el tercero y más grande de los hijos del leñador, el duendecillo le había maldecido con pies y manos de vidrio que le pesaban enormemente y apenas podía moverse del lugar.
“¿Qué he hecho?” sollozaba el pobre padre contemplando el horror en que se habían convertido sus hijos, “Mi avaricia y mi egoísmo me han traído la desgracia ¡Ay de mis pequeños! ¡Ay de mis pequeños!”. El leñador daba golpes en la tierra y halaba sus pelos con un profundo dolor. Entonces, decidió partir en busca del duende para pedirle clemencia por aquel terrible castigo.
Así anduvo viajando por largo tiempo el angustiado anciano. Cruzó montañas y lagos, bosques y desiertos. Cuando sus piernas se agotaban de tanto caminar, llegó hasta la última piedra del mundo, donde había una casita pequeña. ¡Era la casita del duendecillo! La criatura se encontraba dentro preparando una suculenta sopa. En un descuido de la criatura, el leñador echó en la sopa unas yerbas soñolientas, y esperó a que el duendecillo terminara de comer.
Al cabo de un tiempo, el pequeño duende quedó profundamente dormido, y el leñador aprovechó para quitarle su sombrero. Luego salió corriendo a toda velocidad de aquel lugar y regresó de vuelta con sus tres hijos desgraciados. Sin perder un segundo, el anciano agitó tres veces el sombrero del duende sobre cada uno de los muchachos y estos volvieron a la normalidad. ¡Eran los mismos mozos de antes! El leñador inundó su corazón de alegría, y apretó a sus muchachos en un cálido abrazo. Desde entonces, jamás deseó riqueza alguna, pues cada vez que contemplaba a sus hijos sabía que ya tenía todo lo necesario para ser feliz en este mundo.
(Fuente :Chiquipedia)

lunes, 18 de noviembre de 2019

fabula con su moraleja

¿Qué es una fabula?

Las fábulas son pequeños cuentos que siempre llevan un buen mensaje o una moraleja a los niños mas pequeños.


La caperucita roja 


Siguió feliz por el camino. Cantando y saludando a todos los animalitos que cruzaban su camino. Pero lo que ella no sabía es que escondido detrás de los árboles, se encontraba el lobo que la seguía y observaba. De repente, el lobo la alcanzó y le dijo:
- ¡Hola Caperucita!
- ¡Hola señor lobo!
- ¿A dónde vas así tan guapa y con tanta prisa?
- Voy a visitar a mi abuela, que está enferma, y a la que llevo frutas, pasteles, y una botella de vino dulce.
- ¿Y dónde vive su abuelita?
- Vive del otro lado del bosque. Y ahora tengo que irme sino no llegaré hoy. Adiós señor lobo.
El lobo salió disparado. Corrió todo lo que pudo hasta llegar a la casa de la abuela. Llamó a la puerta.
- ¿Quién es? Preguntó la abuelita. Y el lobo, imitando la voz de la niña le dijo:
- Soy yo, Caperucita.
La abuela abrió la puerta y no tuvo tiempo de reaccionar. El lobo entró y se la tragó de un solo bocado. Se puso el gorrito de dormir de la abuela y se metió en la su cama para esperar a Caperucita. Caperucita, después de recoger algunas flores del campo para la abuela, finalmente llegó a la casa. Llamó a la puerta y una voz le dijo que entrara. Cuando Caperucita entró y se acercó a la cama notó que la abuela estaba muy cambiada. Y preguntó:
- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes! Y el lobo, imitando la voz de la abuela, contestó:
- Son para verte mejor.
- Abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para oírte mejor.
- Abuelita, ¡qué nariz más grande tienes!
- Son para olerte mejor.
Y ya asustada, siguió preguntando:
- Pero abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes!
- ¡Son para comerte mejor!
Y el lobo saltando sobre caperucita, se la comió también de un bocado. El lobo, con la tripa totalmente llena acabó durmiéndose en la cama de abuela. Caperucita y su abuelita empezaron a dar gritos de auxilio desde dentro de la barriga del lobo. Los gritos fueron oídos por un leñador que pasaba por allí y se acercó para ver lo que pasaba.
Cuando entró en la casa y percibió todo lo que había sucedido, abrió la barriga del lobo, salvando la vida de Caperucita y de la abuela. Después, llenó piedras a la barriga del lobo y la cosió. Cuando el lobo se despertó sentía mucha sed. Y se fue a un pozo a beber agua. Pero al agacharse la tripa le pesó y el lobo acabó cayendo dentro del pozo del que jamás consiguió salir.Y así, todos pudieron vivir libres de preocupaciones en el bosque. Y Caperucita prometió a su mamá que jamás volvería a desobedecerla.

Caperucita roja cuento


Moraleja : Nunca debes desobedecer a tu mamá por que les puede pasar lo que le paso a la caperucita roja.
(Fuente: Chiquipedia)


cuento con moraleja.

¿Qué es moraleja? : Es una enseñanza que se deduce de algo, especialmente de un cuento o de una fábula.
Para dejarle una enseñanza mejor  al niño , sea mas divertida y se entienda de una mejor manera.


La Nuez de oro.


Había una vez una niña de nombre María, que tenía los cabellos negros como la noche. La hermosa María gustaba de pasear por el bosque y conversar con los animales. Cierto día, encontró en el suelo una nuez de oro.
“Un momento, niñata. Devuélveme esa nuez, pues me pertenece a mí y nadie más”. Al buscar el lugar de dónde provenía la voz, la niña descubrió un pequeño duende que agitaba sus brazos desde las ramas de un árbol.
El duendecillo vestía de gorro verde y zapatillas carmelitas y puntiagudas. Sus ojos verdes y grandes miraban a la niña fijamente mientras repetía una y otra vez: “Venga, te he dicho que me regreses esa nuez de oro que es mía, niña”.
“Te la daré si me contestas cuántos pliegues tiene esta nuez en su piel. Si fallas, la venderé y ayudaré a los niños pobres que no tienen nada que comer”, contestó la valiente niña enfrentando la mirada del duende. “Mil y un pliegues” contestó la criatura mágica frotándose las manos.
La pequeña María, no tuvo entonces más remedio que contar los pliegues en la nuez, y efectivamente, el duende no se había equivocado. Mil y una arrugas exactas, tenía aquella nuez de oro. Con lágrimas en los ojos, María la entregó al duendecillo, quien al verla tan afligida, ablandó su corazón y le dijo: “Quédate la, noble muchacha, porque no hay nada tan hermoso como ayudar a los demás”.
Y así fue como María pudo regresar a casa con la nuez de oro, alimentar a los pobres de la ciudad y proveerles de abrigos para protegerse del crudo invierno. Desde entonces, todos comenzaron a llamarle tierna mente “Nuez de Oro” pues los niños bondadosos siempre ganan el favor y el cariño de las personas


La nuez de Oro


Moraleja:  Pues los niños bondadosos siempre ganan el favor y el cariño de las personas

(fuente: chiquipedia)

jueves, 14 de noviembre de 2019

adivinanzas de todo, fácil , medio . difícil.

Adivinanzas.

Resultado de imagen para el silencio animado1.- Si me nombras desaparezco,                     
¿Quien soy?.










Respuesta: El silencio 



Resultado de imagen para los pies animado2.-No son flores, 
pero tienen plantas y olores.








Respuesta: Los pies.



3.- Cabeza de hierro,
Resultado de imagen para el martilloCuerpo de madera,
si te piso un dedo,
¡menudo grito pegas!






Respuesta: El martillo

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4.-Me llegan las cartas

y no sé leer
y, aunque me las trago,
no mancho el papel







Respuesta: El buzón 




Resultado de imagen para escalera animada


5.-Siempre me arrinconan
sin acordarse de mí,
pero pronto que me quieren
cuando tienen que subir.







Respuesta : La escalera.


(Fuente: Chiquipedia)

fabula junto con una adivinanza.

Utilizaremos una fabula y luego una adivinanza. Utilizar un método de adivinanza junto con una fabula sirve ya que juegan , a la vez comp...